LA PROSTITUCIIÓN EN LA CAMPAÑA BONAERENSE ENTRE 1875 Y 1936.
(Resumen IA)
Marco temporal y normativo: El período abre con el giro “reglamentarista” que, desde la ordenanza porteña de enero de 1875, instaló la lógica de las casas de tolerancia (registro policial-sanitario de las mujeres, inspecciones médicas periódicas y habilitación de burdeles) y se cierra con la Ley nacional 12.331 de profilaxis antivenérea (17/12/1936), que dispuso el clausurado de prostíbulos y viró el régimen hacia el abolicionismo. Aunque la ordenanza de 1875 fue de la Capital, municipios de la provincia adoptaron reglamentos propios (por ejemplo, La Plata en 1898), reproduciendo controles similares en los pueblos bonaerenses.
Territorio y expansión rural: Con el crecimiento ferroviario, puertos fluviales y frentes de trabajo agroganaderos, los burdeles salieron del casco capitalino y se diseminaron por “extramuros” y pueblos de la campaña, a menudo fijados por ordenanzas lejos de iglesias, escuelas y plazas. En localidades provinciales podía haber desde una hasta “varias decenas” de casas según el dinamismo económico local.
Circuitos laborales y movilidad: En la provincia se observa una fuerte circulación de mujeres entre pueblos (p. ej., Carhué, Salliqueló ), con rotaciones de pocas semanas o meses que mantenían “el cupo” de cada casa y evitaban vínculos solidarios duraderos entre pupilas. Estudios con registros municipales muestran trayectorias pendulares y circulares dentro de la propia provincia.
Control sanitario-policial y vida cotidiana. Las reglamentaciones locales imponían: inscripción obligatoria, revisiones médicas semanales, toques de queda, prohibiciones de “detenerse en puertas y ventanas” o “formar grupos en la vía pública”, y permisos para ausentarse del burdel. En La Plata (1898) estos artículos están expresamente consignados; prácticas similares se replicaron en otros municipios bonaerenses.
Sociabilidades prostibularias. Los burdeles funcionaron como espacios de sociabilidad masculina (bebida, música, lectura de diarios, rituales de clase) con diferenciación por “categorías” (desde “casas francesas” de tarifas altas hasta patios internos de “tres o un peso”). La etiqueta, el porte y la “selección en puerta” marcaban jerarquías de consumo.
Proxenetismo y trata. La campaña bonaerense no fue ajena a redes de rufianes ni a la gran “trata de blancas” que operó en la Argentina de entreguerras. La Zwi Migdal —desarticulada judicialmente en 1930— articuló decenas de casas y centenares de proxenetas, con ramificaciones que desbordaban la Capital y alcanzaban partidos del conurbano y del corredor fluvial bonaerense. Paralelamente, la figura del cafishio local coexistió con madamas y “maridos” explotadores en pueblos del interior.
Tensiones y declive del régimen. A partir de los años 1920–30, el discurso médico-legal y los feminismos abolicionistas ganaron peso, y el Estado nacional avanzó hacia el cierre de burdeles, señalando a la reglamentación como ineficaz frente a ETS, proxenetismo y clandestinidad. La sanción de la Ley 12.331 en 1936 clausuró el ciclo reglamentarista en la provincia, empujando el comercio sexual hacia formas más dispersas y clandestinas.
- Algunos Casos En Carhue (Juzgado de Paz)
En 1888 una mujer de 27 años se suicida con un “Revolver de mujer” de 12mm en la casa de su concubino, con el que vivía desde hacía “9 a 10 meses”. Entre sus medias se hallaron “unos polvos vegetales y una imagen de cobre” representando la Devoción. Había sido “bailarina de casa pública” pero se hallaba retirada desde que estaba en pareja. Su concubino declaró que era de “un carácter irascible disgustándose por cualquier cosa que conociendo él su carácter tomaba a la broma su enojo que duraban poco tiempo”. Él era Mayoral de la Galera hacia Gral Acha. Entre los declarantes argumentaron que no tenía más familia que una tía, y que el revolver se lo había pedido a su concubino porque había sentido ruidos en su solar, supuestamente rateros robándole leña y como su pareja se ausentaba, era por su seguridad. Todos coinciden que su carácter era inestable y malo, pero desde que estaba en pareja (es decir dejado la prostitución) estaba mejor y muy contenta por los cuidados que le dispensaba su concubino.
En 1895 el Intendente Pedro S. Gallo resuelve vía decreto (foja 206 del libro copiador exhibido) autorizar a las dos “Casas de Tolerancia” que las prostitutas puedan pasear por las calles del pueblo los días martes y viernes, pero solamente en coche o carruaje. Se envía nota al Comisario para que avise a ambas regentes. Luego de eso, son detenidas varias de las mujeres por transgredir dichas normas, y al no poseer dinero para pagar fianzas, cumplen su condena con los días de arresto que llevaban.
Ese mismo año existe un expediente sobre violencia sobre una prostituta. En el prostíbulo de Evarista Abrego, la prostituta Nemencia R. es agredida por Juan Molina. Según los testimonios Molina que se encontraba en estado de ebriedad, le pide a Nemencia que se acerque a él y ésta se niega, retirándose a una de las piezas del prostíbulo, donde es seguida por Molina quien le pega en la cabeza con el rebenque y luego de consumado el hecho, cuando este se retira intenta volver a golpearla, porque Nemencia quería llamar a la Policía. Cuando es citado a declarar, Molina cuenta que ya había tenido relación con Nemencia R. en la localidad de Puán y que la golpea porque lo insulta y se negaba a estar con él. Además en su declaración, dice que su verdadero nombre no es Juan Molina sino que es Adolfo M..
En estos espacios se despachaban bebidas, se tocaba música y se bailaba también. Eran utilizados tanto por la clase trabajadora como así la elite gobernante. Se han consignado distintos nombres de estos espacios en donde se ejercía la prostitución "El Farol Rojo", "La Alegría" y muchas regentas estuvieron muchos años a cargo de los mismos.